lunes, 25 de marzo de 2013

EL EMPLEO: PRIORIDAD INDISCUTIBLE

“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades
Miguel de Cervantes

Esther Clavero Mira (Profesora de Sociología, UMU)
Gabriel García Sánchez (CU Química Inorgánica UMU)

Este país no resiste más la actual situación, con seis millones de parados, de los cuales dos no perciben ningún tipo de subsidio, no podemos seguir ni un día más. Además, por si fuera poco, nuestro estado de bienestar se derrumba como un castillo de naipes y camina a paso firme hacia el desastre final en forma de privatización indiscriminada.

En maldita hora, los “Burócratas de Bruselas”, se encabezonaron con la bajada del déficit, cuando un principio básico es “primero comer y luego pagar las deudas”, o si se quiere las dos cosas a la vez, pero el intento de bajar el déficit a la velocidad de tres puntos del PIB por año era técnicamente misión imposible y socialmente insoportable.

Los neoliberales europeos, que en estos momentos son mayoritarios y la izquierda sólo está representada por Finlandia –que es una izquierda “especial”-, y el Socialismo del francés Hollande, con muy buenas ideas pero que no le gustan a la Sra. Merkel ni tampoco a la Troika.

Si hubiéramos tenido una mayoría de izquierdas auténtica, otro gallo habría cantado. Se podrían haber planteado las cosas de otra forma haciendo políticas más keynesianas que fueron las que levantaron a la Europa tras la II Guerra Mundial, pero eso ya es agua pasada que sólo nos sirve para que tengamos en cuenta la importancia de las elecciones europeas, sobretodo la de las próximas, porque la construcción europea va a verse en la disyuntiva de elegir entre “más Europa”, en detrimento de la soberanía de los estados, o viceversa.

Siempre, y en cualquier circunstancia, se pueden hacer las cosas de varias formas, nunca existe una única forma de hacer política aunque estemos dentro de un marco preconfigurado; por ello, en estos momentos, tenemos que buscar medidas que beneficien a la ciudadanía, principalmente a la que tiene menos recursos –ninguno en muchísimos casos-.


Lo que nos planteamos ahora es proponer una serie de medidas que puedan, en una primera etapa, “suavizar” nuestra desastrosa situación; a continuación, si las políticas propuestas funcionan bien, con suerte, podemos salir de este “pozo infernal” en el que estamos inmersos.

Las medidas que proponemos son:
- El mejor antídoto para reducir el endeudamiento es el crecimiento. Para ello, hace falta un Plan de Infraestructuras Supranacionales: transportes, telecomunicaciones y energías renovables. La financiación vendría del Banco Europeo de Inversiones.
- Evitar la asimetría en la corrección de los desequilibrios. Los países como Alemania que exportan mucho, deben hacerlo menos y favorecer el consumo interno, para que los países más pobres puedan tener espacios de exportación y desarrollar su economía. No hay que olvidar que si alguien exporta, tiene que existir alguien que importe.
  - Introducir lo eurobonos para que todos los países vendan su deuda soberana a intereses similares, avalados por los países del euro.
- Coordinar políticas sociales y salariales a escala europea, y armonizar las normas fiscales para que sean directas y progresivas.
- Aumentar el Presupuesto Comunitario, con recursos propios, introduciendo una tasa sobre transacciones financieras y un impuesto sobre emisiones de dióxido de carbono.
- Regular los Mercados Financieros, garantizando los depósitos y con supervisión bancaria a través del BCE como ya empieza a hacerse.
- Elegir un Gobierno Supranacional democráticamente elegido por el Parlamento Europeo.

Se podrían proponer otras medidas, una de las que respondería al sentido común de todos los mortales, sería, además de regular los salarios mínimos, hacer lo propio con los salarios más altos, como forma de dirigirnos a un reparto más justo de la riqueza.

Todo esto será posible si, además, se cuenta con un Presidente como Hollande capaz de decir que este año Francia no va a cumplir el mandato de Bruselas de bajar el déficit tres puntos, porque es una cuestión de soberanía. Así sea.

martes, 19 de marzo de 2013

LA SALSA ROSA DE LA POLÍTICA

Esther Clavero Mira y Gabriel García Sánchez

Las injurias son las razones de quienes tienen culpa
Jean-Jacques Rousseau

Cuando se confunden las líneas mentales del respeto y la moral, con el ataque frontal a todo coste para derribar al adversario político de filas ajenas o propias, aparece la miseria de un personaje, individual o colectivo injurioso que no piensa en el interés general, sino en posicionarse a cambio de derrotar a quien considera su enemigo y a quien evidentemente teme. La lucha contra la ofensa no merece pérdida de tiempo, pero la lucha contra las injurias sí merece librarse, pero en el ámbito de la justicia, donde se restablece la dignidad de las personas.

No todo el mundo tiene poder para la ofensa. Para ofender a alguien, la voluntad de hacerlo se tiene que juntar con otra variable; una sensibilidad dispuesta a sentirse ofendida, ya que es evidente que el que pretende ofender debe enfrentarse a un sujeto que se pueda sentir ofendido.

Nosotros, que somos entusiastas del léxico distraído, incluso diríamos que, en ocasiones, de la utilización de palabras “malsonantes”, nunca rozaríamos ni traspasaríamos las líneas de la ofensa, pues es la técnica de quienes tienen una “inteligencia débil”, e incapaces de utilizar la sutileza y la libertad de expresión con astucia, arremeten bruscamente contra las personas a las que envidian, o ven como contrincantes.

Cuando la persona presuntamente ofendida no se da por aludida, sino que siente la curiosidad del antropólogo por los rituales del ser humano, con la ironía propia de quien observa conductas deshonestas de quienes sienten la necesidad, como último recurso, de emplearlas y alzar las armas por sentirse amenazado al creer que pierden cuota de poder, y por su fragilidad mental, utilizando falsos apelativos sin información de valor, no podemos sentir otra cosa que no sea tristeza.

Pero en realidad tampoco es cuestión de dejar que se levantes falsos testimonios, no por uno o una misma, sino por quienes te requieren una respuesta contundente contra el que testificare en falso, y no te permiten dejar la anécdota para tu colección de chistes de biografía.

Cada cual utiliza sus recursos como su capacidad intelectual se lo permite. Así una tal María Sánchez Ova, tras la cual se esconde un latente ejército de Pancho Villa debilitado por las metrallas de una guerra que desconocemos y que da sus últimos coletazos intentando coger oxígeno para sus débiles y envejecidos pulmones, y se dejan arrastrar por un corazón enfermizo de emociones propias de los vencidos, utilizando la infamia de forma grosera, y con un lenguaje de Premio Nobel para resarcir su ego, no nos produce más que melancolía y pena. Las prácticas ofensivas suelen provenir de grupos o individuos radicales; la injuria, en cambio, proviene de la venganza, la manipulación de datos, de la mentira, del falso testimonio, sin aportar pruebas demostrativas.

Para vivir en sociedad es imprescindible la cordialidad, el respeto al prójimo, y el buen lenguaje. Aceptamos la crítica, pero no la injuria y la mentira con carga lesiva que rompe cualquier juego político entre interlocutores. Y pedimos, como requisito básico en cualquier medio de opinión pública, que se traten los temas con verdades comprobadas, datos demostrables y el máximo respeto al público y a sus lectores.

Por tanto, su señoría Belén Fernández-Delgado vierte palabras que provienen de un partido nervioso e inquieto, usando un lenguaje que ostenta un alto déficit de debate, un lenguaje oxidado, pero sin una ofensa tan personalizada, pues no alcanza la injuria y queda en la anécdota por desdecirse, con sus propios párrafos contradictorios y con los personajes históricos nombrados, cargados de un conservadurismo liberal extremo; por ello, no merece respuesta alguna. Ahora bien, ni buscando con lupa podría haber escogido como ejemplo un personaje histórico peor que Margaret Thatcher, pues durante su mandato se produjo en su país el mayor ataque de la historia a los servicios públicos: Sanidad, transporte, correos y un largo etcétera.

No seremos nosotros quienes no reivindiquemos el derecho a la crítica como algo necesario para que nuestra sociedad avance. Aún nos alcanza nuestra humilde materia gris para discernir entre la crítica, la ofensa y la injuria con intención de hacer daño. De ahí que reclamemos una escuela para quienes aspiran a hacerse cargo del destino de la sociedad, para que saquen al menos un aprobado en lenguaje del respeto, y pasen a modo de autoescuela, un test de psicopatía social para que un juez o jueza les de el permiso de conducir vidas ajenas.

lunes, 4 de marzo de 2013

Las mujeres no son un colectivo

Conforme se acerca el Día Internacional de la Mujer Trabajadora comenzamos a escuchar manifiestos de partidos políticos haciendo referencia al colectivo de las mujeres y a los compromisos que las distintas Administraciones adquieren con ellas, sin hacer ni una sola mención a los miles de euros en recortes que, durante muchos años, se han venido realizando a todas las políticas de igualdad. En primer lugar, tenemos que decir alto y claro que las mujeres no son un colectivo; son la mitad de la humanidad, por lo tanto, que no se autootorguen meritos aquellos que en nuestro país y en nuestra Comunidad se están cargando de un plumazo todo aquello por lo que tantas personas comprometidas por la democracia genérica han luchado durante décadas y siglos para conseguirla. Esta crisis nos esta brindando la oportunidad de repensar el papel que los gobiernos deben jugar en la economía, afrontando nuevos desafíos, siendo uno de estos identificar las inversiones que supongan un abordaje de género, porque quien piense que se puede salir de la crisis sin contar con la mitad de la humanidad va por mal camino, y así lo anunciaba, no hace muchas semanas, el Informe Global sobre Desigualdad de Genero de 2012: "Aquellos países con menor desigualdad son los que antes están saliendo de la crisis".
En nuestro país y en nuestra región ninguno de estos esfuerzos se está llevando a cabo. Por el contrario, se está utilizando la crisis económica como excusa para desmantelar el Estado de Bienestar, lo que hace que crezcan las desigualdades entre los diferentes sectores de la sociedad.
No hace muchos días nos desayunábamos con dos tristes noticias, aunque ya 'normalizadas' para muchos: 1) la brecha salarial entre mujeres y hombres crece; 2) una mujer debe trabajar 84 días más al año para tener el mismo salario que un hombre.
Escuchábamos también que el antes mencionado Informe Global sobre Desigualdad de Género advertía a España de que en un año hemos descendido catorce puntos en igualdad entre mujeres y hombres, siendo así un país menos productivo. Por no hablar del avance de la feminización de la pobreza en nuestro país, a la que llegan tantas y tantas mujeres en la jubilación. La legislación laboral española actual, según el Tribunal Europeo de Justicia, perjudica notablemente a las mujeres; en primer lugar porque penaliza el empleo a tiempo parcial, que recae en más de un 73% sobre las mujeres, por no hablar de la economía sumergida y su relación con las posteriores rentas contributivas y no contributivas. Por tanto, si el PP quiere hacer algo por las mujeres españolas, además de declaraciones de intenciones, debiera pedir al Gobierno de la nación la derogación de la nefasta reforma laboral.
Pero no podemos abstenernos de decir que la bajada de salarios, unida a las altas tasas de desempleo femenino, no son una cuestión únicamente de actualidad, sino que las mujeres ya estaban bastante 'castigadas' mucho antes de que comenzara esta tan nombrada crisis financiera.
En las últimas semanas, el Gobierno del PP ha aprobado una moción para adaptar la Ley de Igualdad y Violencia de Género al marco competencial, no para hacer una separación de leyes y hacerlas más ambiciosas; y todo con la excusa de que "ha desaparecido, por arte de magia, el Instituto de la Mujer de la Región de Murcia". Nos parece de una frialdad propia de quienes consienten, con sus votos, que se reduzcan año tras año, en los presupuestos del Estado y en los regionales, todas las partidas destinadas a la lucha contra la violencia de género y a las políticas de igualdad. Más aún, les pediríamos que no se justificara la extinción del Instituto de la Mujer haciendo aparentar que se hubiese esfumado solo, barrido por un tsunami, cuando fue el PP el que lo suprimió.
Que digan toda la vedad, que es que se están cargando toda la Red de Centros de Atención Especializada para Mujeres Víctimas de Violencia de Género de la Región (CAVIS). Cambien la ley, porque no cumplen los plazos con los planes de igualdad; están desmantelando el Estado de Bienestar, que suponía la herramienta fundamental para alcanzar la igualdad real y efectiva.
Nosotros solo podemos pedir una cosa, y es que la Comunidad autónoma rectifique, modifique los presupuestos de forma inmediata, y no permita que las mujeres que sufren la lacra del maltrato y la desigualdad en esta Región se vean desamparadas.
Lo más escandaloso que tiene el 
escándalo es que uno se acostumbra
Simone de Beauvoir