lunes, 11 de febrero de 2013

Mentiras que se convierten en dogmas

 

Tenemos la impresión de que nos estamos acostumbrando a vivir con más parados y más infortunios. Esto unido a que nos quieren hacer ver que la crisis no es más que un designio divino caído del cielo, sin profundizar con honestidad en el origen y las causas que la provocaron, se convierte en una ecuación lamentable que nos hace caer en la resignación, que es una de las actitudes más miserables que se pueden adoptar en aspectos muy importantes de nuestro devenir cotidiano como es el aumento, casi exponencial, del número de parados, así como el descenso de cotizantes a la Seguridad Social. De ahí que sea imprescindible cambiar el modelo económico-político, para que la ciudadanía entienda que la política es útil.

Desmitifiquemos varias cosas. Primero, existen otras alternativas y soluciones a la crisis; lo que se está haciendo no es lo único posible y debe existir una fuerza política, la Izquierda Europea, que salve esta situación. Una de las fórmulas es que exista un mayor gasto público europeo. En España, el gasto público, al contrario de lo que nos quieren hacer ver, es bastante menor que el de otros países de nuestro entorno. 

Esta situación es insostenible y por eso tenemos que elevar nuestro grito de rabia contenida. Con esto no estamos haciendo una llamada a la Revolución, porque aún creemos en las vías pacíficas, pero el clamor que nos llega de la calle es de total indignación. No podemos mantenernos quietos viendo como la sociedad civil se desangra, y a la vez observando como el número de sinvergüenzas aumenta a la vez que las desigualdades.

Sí que el déficit de hace un año era alto, el 9,3% del PIB y había que bajarlo. Habría que haber pactado una velocidad más moderada de descenso que nos pudiera permitir su reducción con menor sufrimiento, y hacer una profunda reforma fiscal realmente progresiva. 'Recetarle' a un país que tenía a principios de 2012 cinco millones de parados, que bajara el déficit a un ritmo del 3% por año era condenarlo a lo que ha pasado: tener un millón más de parados, el 26% -el 30% en nuestra Región-, a una bajada de salarios, al despido fácil y barato, a una pérdida implacable del Estado de Bienestar, y a aprovechar la coyuntura para privatizar servicios. Un año perdido.

El sentido común, y la consideración de que somos seres racionales y tenemos sentimientos, nos conducen a la conclusión de que es necesaria otra política económica, porque la austeridad nos ha llevado a vivir en un país desestructurado por las desigualdades, que son un problema importante para salir de esta policrisis.

Llegados a este punto, y como la salida del euro no es solución -nos quedaríamos fuera de los fondos europeos y con la peseta habría que hacer una superdevaluación no deseable-, éstas, las soluciones hay que buscarlas dentro del marco de la UE, convenciendo a nuestros estoicos amigos alemanes -que a la calla callando tienen un paro de solo un 6,6%, pero soportan un trabajo totalmente inestable y siete millones de minijobs en los que se cobran salarios un poco por encima de los cuatrocientos euros-, que 'su modelo' no es para estar orgulloso de él y, por tanto, no es deseable ni exportable.

Todo pasa por olvidarse del déficit, porque después de todo el esfuerzo de austeridad que se ha hecho para bajar del 9,3% hasta el 8%, la verdad es que no merece mucho la pena. Es necesario poner en marcha medidas de estímulo de empleo porque el país se nos hunde.

Los 'eurobonos' pueden ser una forma solidaria, pedida por Hollande, para que todos los países de la zona euro vendan su deuda soberana a intereses iguales o al menos parecidos, y no se mantenga una situación como la actual en la que Alemania la vende al 0%, o a intereses incluso negativos, y España lo haga por encima del 5%.

La otra fórmula, la keynesiana, se basaría en poner en marcha auténticas medidas de empleo, con un acceso fácil y barato al euro por parte de los países miembros de la Unión Europea -aunque se produjera una devaluación del euro frente al dólar-; de esta forma, los poderes públicos podrían hacer políticas de empleo y de recuperación de su malherido Estado de Bienestar. Ya sabemos que aumentaría el déficit y la deuda, pero cuando descendiera el paro, con más personas pagando impuestos, el Estado podría plantearse aumentar la fiscalidad para disminuir el déficit.

Pero para esto es necesario que en las próximas elecciones europeas y en las legislativas de los países miembros se produzca un triunfo de la izquierda que sustituya a la plaga neoliberal. Más paro nos llevaría a una situación catrastrófica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario